jueves, 5 de marzo de 2020

ELLA RECUERDA


Imagen de Eduardo Naranjo


No se recuerdan los días, se recuerdan los momentos
 Cesare Pavese


Ella recuerda
lo poco que antes le costaba recordar.

Cuando era niña,
se quedaban tatuadas en su piel
las palabras que más dolían.
Jamás olvidaba las miradas
que la hacían tan pequeña
ni el cuento que le leían por la noche.
Tampoco el diálogo que mantiene un niño
con el árbol de un bosque inventado.

Recuerda el beso
que cada día le daba a su padre
cuando éste llegaba de trabajar.
Se ve caminando hacia la puerta,
siente sus mejillas,
su sonrisa,
a las siete de la tarde,
a las siete en punto.
Escucha todavía el sonido de la llave
asomándose por la cerradura.

Pero ahora le duele
la sombra de aquel día;
cuando ella decide que ya es mayor.
Ese día en que se avergüenza
del beso diario,
de la burla de su amiga,
de correr hacia el pasillo.
Hoy le persigue la sombra
de aquel día;
cuando ella decide dejar de besar
a su padre cada tarde.

No recuerda,
no sabe,
lo que pudo sentir él.
Qué sucedió en ese  instante
en que la puerta se abre y no hay nadie.
Ese final de las bienvenidas con sonrisa,
de la  infancia con abrazo.
Las llegadas de su padre
convertidas en  sinsabor.  

¿Alguna vez él comprendió
 que ella con once años fue mayor?
¿Alguna vez su padre
echó de menos la costumbre?

Ella se detiene
en el no recuerdo de lo imaginado.
No sabe dónde guardó el paraguas;
pierde a menudo las llaves,
el mechero,
la templanza.

En esta tarde lluviosa
le gustaría más que nunca
abrir la caja de los recuerdos de  su padre
aunque el precio a pagar,
fuese olvidar el suyo.


martes, 4 de febrero de 2020

FÁCIL

Imagen de Katrien De Blauwer (Rendez vous)



¿Te dije que era fácil?
No, no lo es, quizá no lo sea.
Es fácil jugar a hacer malabares con las piezas.
Es fácil mirarte por dentro y subrayar los síes.
Manejar la tristeza hasta convertirla en risa.
Fingir que no lo veo y callar mientras callas.
No surcamos un mar sin olas
ni nuestros pies descalzos aman el asfalto.
Es cuestión de inclinar la balanza hacia las soluciones
esquivando los problemas
contar hasta tres para decirlo y no decirlo mañana.
Si me das a elegir,
junto a ti, me quedo conmigo
No, no lo es, quizá no lo sea
si para ti lo fácil
era lo cómodo.

jueves, 5 de diciembre de 2019

FELICES FIESTAS



La navidad y el verano son tiempos de pausa. A mí las pausas me gustan si tienen fecha de caducidad, si sé que después habrá un paseo, un bosque, un tren, cuadernos… no concibo la vida sin cuadernos.
Pero la vida es inestabilidad, por mucho que exista el autoengaño, el contrato fijo, el matrimonio y las hipotecas.
De repente se han terminado los talleres en el cole, tiemblan los talleres en la Universidad, Getafe se pospone, Rivas no contesta, ya veremos qué ocurre en Villaviciosa. 



Y puede que como siempre todo salga adelante y yo regrese a mis ajetreos, mis botas de siete leguas y mi maleta con ruedas. 
El aburrimiento habita un martes cualquiera en una sala de espera.

- Puedes hacer bla bla bla bla bla… - dice la gente. 
Y yo me tapo las orejas porque se está bien haciendo casi nada. 

La navidad es un verano breve y frío repleto de luces. Ya el año pasado fue una navidad bella porque comenzaba un cuento que aún sigue. Este año vuelvo al norte, disfruto con regalos, con ausencia de horarios, con mi familia elegida, o con “ser parte de la manada”, como dice J.
El miércoles me desperté a las 5.30 para ir a mi clase de yoga pero unas ganas tremendas de escribir bloquearon mis pies y movieron mis manos. La novela creció, y los recuerdos fueron haciéndose nítidos. Descubrí aquella cabaña numerada de un campamento africano junto al río Gambia, descubrí que no he olvidado nada, que lo único que hacía falta era inventarlo. 

La novela crece y soy feliz. 
Hoy alguien me ha escrito un mensaje precioso en el que dice que admira “eso que llevo dentro para sacar lo mejor de todos”… Yo pienso que no puede haber mejor ocupación. 
Sí, así me gustaría que me recordaran, como alguien que pretendía siempre sacar lo mejor de quiénes la acompañaban, aunque no siempre lo consiguiera. 
Y así estos días olvido que estamos en diciembre porque estoy demasiado ocupada sonriendo. 
Felices fiestas, lectoras y lectores.

miércoles, 4 de diciembre de 2019

TEORÍAS





Siempre hay una teoría en la que encaja perfectamente una práctica. No es necesario apretar el pie, arrugar los dedos, enrojecer el talón para que el zapato entre. Solamente hay que elegir la talla con la que te has levantado hoy.
Está mal visto decir que no haces nada o que no tienes profesión, que has buscado en todas las tiendas posibles pero no has encontrado una etiqueta que puedas pegarte a la espalda. Quizá seas un vago si puedes adaptar tu calendario y tienes tiempo para todo eso que te gusta hacer, o te has vendido si alguien por decisión propia te mantiene durante un largo “mientras”. Qué feo hablar de independencia y aceptar ayuda ¿no?
Pero los martes viene bien un poco de ese rollo de marketing americano sobre salir de la “zona de confort”, el “tú puedes”, el esfuerzo, el focalizar toda tu alma en una meta, esta vez unas cuantas tallas superiores a ti.
Aunque últimamente, está mal vista esa unión entre coaching y auto-ayuda, que paradójicamente nunca viene de uno mismo.
No hagas caso a todo lo que te cuentan porque entretiene, porque te convierte en un creyente de charlatanes y sea martes, o no… ten cuidado, busca tu propio camino, tu propia teoría, hay muchas, elige una en la que encaje tu práctica de hoy.
Bla bla bla bla bla

martes, 3 de diciembre de 2019

MUJER ÁRBOL




(le pido al bosque que la magia perdure hasta nuestro próximo encuentro) 

Cada vez que tenía que tomar una decisión importante, pedía consejo al bosque. Confiaba en la sabiduría de las encinas, en la experiencia de las piedras que forman el camino y en la buena energía que depositan los pájaros en cada vuelo.
Se escondía durante días, tal vez una semana, desnuda, sin nada que le perteneciera y sin obligaciones. El viento arrastraba las dudas, removía emociones y las colocaba sin intervención humana, tal y como estaba acostumbrado a hacer con la hojas. 
Llevaba años sin acercarse al Gran Árbol; la ocasión requería un encuentro. 
Debía acariciar su gruesa corteza y contarle cuentos capaces de sacarlo de su letargo. El momento que atravesaba necesitaba urgentemente su despertar. Era el único que podía comunicarse sin palabras, el único capaz de vislumbrar el futuro y retocarlo para evitar una catástrofe.
Caminó en su búsqueda durante horas y lo abrazó. Sus brazos se volvieron minúsculos y no consiguió abarcar su enorme tronco. Se quedó muda. Se sentó en su regazo y en silencio, conversaron durante varias noches. 

Él le habló de su miedo al fuego, de su necesidad de agua, de la tierra que protege sus raíces y de su amigo el viento que le acaricia donde ninguna mujer alcanza con sus manos.
Protegida, se avergonzó de su debilidad tanto como de sus absurdos problemas.

Calló y borró sus cicatrices frotándolas suavemente con las yemas de los dedos mojadas en rocío. Pensó en la comodidad de sus botas y las arrojó al valle. Nunca fueron capaces de disfrutar de los arañazos que dibuja la hojarasca en la planta de sus pies.
Olvidó todos los días de la semana y se tumbó en el suelo.

Afiló un pedazo de corteza del árbol y lo adentró en su brazo. La sangre resbalaba formando riachuelos calientes en su cuerpo. Apretó con fuerza mientras giraba la punzante arma que se abría camino a través de la carne.
Se regocijó en el intenso escozor y regó las raíces del Gran Árbol con sangre hasta que la extrema palidez de su piel la avisó del inevitable desmayo.
El Árbol bebió, sumergido en un placer inmenso.

Sus raíces la poseyeron mientras consumían las últimas gotas del líquido espeso que pagó por cada lección tatuada en los círculos del grueso tronco. Una delicada lluvia limpió los restos del ritual y ella se fundió con el árbol mientras sus secas extremidades se transformaban en fuertes ramas. 
Y así, sin necesidad de ser viento, acarició esos rincones del árbol donde ninguna mujer había llegado.

TERTULIA LITERARIA en Librería Ad Hoc




Quiero decir que estas cosas me dan mucha vergüenza. 
Quizá la vergüenza sea un tipo de miedo, al escenario, al público, a re-conocerse, así que lo comparto sin más porque es el año de hacer todo eso que me da un poquito de miedo.  

Gracias Lola Vivas por esta crónica tan bella
Gracias Charo Fierro por acompañarme
Gracias tertulianos por una tarde preciosa en Cafebrería ad Hoc
Recordad que me lo invento todo, y además es verdad.

Esto fue lo que ocurrió el 17 de octubre en la libreria AD HOC de Pozuelo  y yo... feliz. 

CARACOL



Unas manos ajenas me colocaron en la estrecha barandilla mostrándome solo dos opciones: el equilibrio o la pausa. 

Con la casa a cuestas comencé un viaje que para mí duró años. 

A solo unos centímetros del final, resbalé, cayendo exactamente en el extremo interno del penúltimo tramo. 
Ante mí solo dos opciones: la pausa o la caída. 

¡Maldito el destino del caracol! 

lunes, 2 de diciembre de 2019

SUEÑOS ROTOS



Canta Sabina bien temprano, dice algo de los sueños rotos, y la soñadora sentada en la escalera de la buhardilla con vistas al cielo, tiene miedo.  

Tiene miedo de elegir algún sueño imposible y romperlo en el camino, porque quizá no era el camino, o no era el sueño, o no era a esa hora ni en ese lugar, porque ayer le volvieron a preguntar que quién era "esa ella" que a veces quiere recorrer tantos caminos distintos el mismo año. 

- ¿Quién eres tú? – le preguntaban en el cuento.

Le dijeron que eligiese cuatro sueños y que los persiguiese día a día y tuvo miedo de elegir alguno de esos sueños que se mueven veloces y en dirección contraria, tuvo miedo de elegir y por ello haber dejado de lado otros sueños que SÍ, justamente los fáciles que se hallaban ahí, a la vuelta de la esquina.

Con lo mal que se le da a ella elegir esos días en que lo quiere todo...

Y ahora llora Chavela y ni aún así el llanto le parece bello porque la soñadora, confiesa, siempre quiere reír... y que la dejen seguir soñando.

domingo, 1 de diciembre de 2019

CONSTRUIR



El amor es una decisión, como todo, como aquel día en el que decidiste ir a pie en lugar de ir en autobús o aquella noche en la que decidiste quedarte.  

El mundo que uno recorre es una decisión. 

De repente hay hueco en casa para otras cosas, hueco en la agenda para contigo, hueco en mi cuerpo para tu cuerpo.

Es mentira eso de que no se debe decidir con el corazón, también es falso que el amor no se razone.
Cuando alcanzo un SÍ, lo compruebo, por esto y por lo otro, porque sí; aunque a veces todas las certezas rueden por el suelo más inclinado hacia abajo.
Reflexiono antes para aceptar la responsabilidad del después.

De repente hay hueco, huecos que quieren ser llenados. 

Como aquel día, como ayer, como anoche, hay hueco en la pared para que tu sombra se acomode mientras tu cuerpo está conmigo. 

Y surge el poema como si nada, fácilmente, como aquel día en que el corazón se empeñaba y la razón asintió. 

Imagen de Brooke Shaden