sábado, 2 de noviembre de 2019

YO NO BEBO



Recuerdo al hombrecillo del supermercado. Apesta a alcohol y se acerca apresurado a la cajera para pedirle una botella de Pacharán. 
- Me han dicho que la cajera tiene y me la da enseguida. 

Hace que escucha por el móvil, como si el pacharán fuese para la persona que está al otro lado.
- Pídasela a mi compañera, yo no tengo aquí en la caja ningún producto.
- Vaya, me han dicho que era rápido. Pues que venga él, que venga él a por ella porque yo no bebo. 

Eso dice el hombrecillo que apesta al alcohol y sale como si huyese, como si por un momento todos fuésemos espejos o dedos que señalan. 
- Que venga él – me dice a mí al escapar.
- Sí mejor, que venga él – digo yo sin saber qué decir. 

Imagino que son dos en uno, el que bebe y el que compra la bebida. Dos hombres desdoblados. 
Mentira, es un tópico fácil eso de “engañarse a uno mismo” Uno lo que quiere es engañar a todos los demás, que el resto se ponga las gafas que uno elige para que así puedan transformarlo en lo que quiere ser, sin movimiento, sin esfuerzo, sin hacer nada. 

Qué fácil sería todo si convencer fuese cuestión de espejo, o de gafas de cerca, o de lo que sea.
Qué horrible sería todo si expulsáramos la palabra “responsabilidad” del diccionario acomodándonos en el resto, en los otros, en la gente. 

- Porque yo no bebo – dice el hombrecillo que apesta a alcohol.


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