lunes, 9 de septiembre de 2019

TODO AL NUEVE



Cuando llevo haciendo lo mismo varios años me aburro – me escucho decir. 
El club de lectura ya tiene diez años con sus cambios de lugar, sus cambios de maneras, con su librería nómada al lado. El club de lectura o club de las letras, tal y como es en este preciso momento, se termina. 
Celebrar los finales es uno de mis talentos. 

Siempre me pareció bella la idea del carromato. Inventé un carromatero que me lleva de aquí a “allás” Quedé prendada de aquel personaje de “La librería ambulante”. 

Lo antiguo suele parecer romántico.
En este caso quizá sea la lentitud, lo que me atrae. Durante ese trayecto en carromato cargada de libros una va conociendo lugares y personas, con el carromato una puede además parar en cada pueblo y disfrutar del itinerario observando lo pequeño. 
Lo pequeño suele parecer romántico. 

Siento que tengo una de esas “falsas creencias” que me atan a la costumbre de ir despacio.
Es la misma idea que repito de trabajar la base, crear unas piernas resistentes capaces de aguantar cada postura de un cuerpo sin titubeos, sin tambaleos, una alineación perfecta que permita solo algún paso de danza consentido a priori. 

Trabajar la raíz, pero sin amarrarse a un suelo estático.
Colocar los cimientos para construir pero con la posibilidad de instalar unas ruedas para irse después a otra parte.
Llegar despacio hasta la cima, pero saltar después. 

Son días de subir a la azotea, a lo alto, y atisbar aquellos lugares por los que sí quiero transitar, ahora, ya. 
Son días de dejar la lentitud atrás y presumir un poco de la trayectoria y de lo aprendido. 

Quizá este año prefiera un cohete y el carromato se quede aparcado en esas fotos memorables que el Sr. Vintage se empeña en desempolvar.

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