viernes, 31 de agosto de 2018

LO QUE NO SE CONTARÁ


Aunque estuviéramos todos juntos, él parecía estar solo.Era observador, tímido y le gustaba lanzar agüeros. 

- Esa chica dará problemas. Acabarán mal…

Acertaba casi siempre, pero nos empeñábamos en pensar que se equivocaría, que era un maniático. Jamás mintió y aunque se burlaba de los defectos ajenos, era incapaz de desear mal a nadie. 
Le costaba muchísimo decir "no". 

Nos miraba, nos incomodaba con sus ojos y tejía con un hilo invisible puentes entre unos y otros. Así se formó nuestra familia, sin motivo, sin pensar demasiado.
Sin preguntar, acudíamos a las reuniones, inventábamos la costumbre de visitarnos y de saber algunos detalles de vidas que confluían en puntos del calendario, sin acercarnos ni alejarnos en demasía.

Un día él murió y nadie había aprendido a tejer, ni a encontrar fechas, ni a dibujar costumbres. 
Entonces nos dimos cuenta de que esa persona era el auténtico puente y no existía tal rutina sino que en realidad había un deseo de encontrarlo a ratos. 

No volvimos a tener ganas de vernos, ni de contarnos, ni siquiera de imaginarnos.
Incluso los muros de aquella casa vieja de la infancia se movieron transformando los lugares que él habitó en lugares por donde ya no pasará. El patio encogió porque ya nadie lo regaba y las uvas de la parra no volvieron a ser dulces. 

Sí, recuerdo que en verano se contaban más cosas que en invierno.
Ahora sé que quedaron muchas cosas por contar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.