miércoles, 27 de noviembre de 2019

FRASES HECHAS



Me fascina cómo ella divide su vida en etapas y titula cada una de ellas con una frase que alguien le dijo. Son frases sencillas, casi siempre acompañadas de un signo de admiración o interrogación. 
Yo en mi vida recuerdo dos frases, una de un niño que guardo siempre como consejo. La otra fue una pregunta que me hizo una amiga, la respuesta me la di yo sola en silencio y al día siguiente volví a sostener las riendas de mi vida.

Bueno… antes hubo una sentencia de alguien que ya falleció. Una sentencia que me enfadó mucho porque era cierta y que hace poco recuperé.

Ahora que escribo esa novela con trozos de realidad vienen a mi memoria una y otra vez momentos claves, puntos en los que de un camino brota otro o instantes en los que tuve que construir un puente para pasar al otro lado. También personas, frases, pensamientos que tuve y que dibujaron un mundo pasado.

Quizá alguna vez yo regalé unas cuantas palabras a alguien y esas palabras fueron interpretadas de manera que su vida se transformó en otra.

Luego está todo eso que no nos atrevemos a decir.
¿Cuáles son los motivos por los que una frase se queda atascada en la garganta?

Hay quien prefiere decir otra cosa por el qué pensarán, esas personas que dicen que no tienen tiempo en lugar de “no me apetece absolutamente nada verte”. Hay quien dice “me olvidé” en lugar de “no quise”, quien se queda mudo porque aún no aprendió a gestionar esa emoción que se ha interpuesto entre una frase y su voz, quien piensa en que quizá después sea un “sí” y entonces mejor mantener un “quizá” en lugar de un “no” rotundo.

Hay incluso quienes tienen miedo al conflicto y se pasan la vida tomando atajos, evitando la vida para conformarse con los márgenes. 

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