sábado, 30 de noviembre de 2019

DIVERTIMENTO



Muchas personas llaman a lo divertido: “dificultad”. 

Lo percibo a diario en esa gente que abandona tras la semana de prueba en bikram yoga. Cuando la mente les susurra por su oreja crítica que jamás conseguirán hacer las posturas “correctamente” o que el calor infernal no puede ser bueno. También cuando el sudor no ha tenido tiempo de contarles que será su mejor aliado. Mejor no hablar de toda esa patraña escrita sin conocimiento que en estos días aflora por las redes. 

Hay quien sufre escribiendo cuando el texto alcanza su punto divertido, cuando suena mal y no sabes por qué, cuando el final no llega a convencer del todo a la mano que lo traza, cuando queremos alargarlo y la destreza se ha dormido. 

Es en ese momento cuando mi mente me susurra por mi oreja creadora:
- Ahora empieza lo bueno

A veces, yo también pienso que los trabajos pendientes que no he podido entregar en la Escuela de Idiomas son imposibles, que no tengo tiempo, que no tengo ganas.

Pero empiezo a hacerlos un viernes por la noche, y de repente me doy cuenta de que me pedían 170 palabras y llevo 240, de que esa reflexión banal sobre cine y literatura se me ha ido de las manos y se está convirtiendo en un artículo periodístico, o cuando me doy cuenta de que no me apetece hablar siempre de lo mismo y decido hacer mi presentación oral en francés de diciembre sobre los filósofos y su versión del miedo. 

Sí, esto es lo que los que me rodean llaman constancia, fuerza de voluntad, disciplina… pero confieso que es simplemente divertimento. En ese punto exacto en el que muchos se marchan, yo empiezo a divertirme.

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