sábado, 19 de octubre de 2019

DESUBICADA




Me despierto sin despertador, con la ventana cerrada. Elijo una música, escucho un rato, demasiado romántica. Busco novedades, escucho un rato, demasiado desconocida. Conecto la radio pero hoy “El Gran Quilombo” machaca, reivindica, habla de Venezuela, de robos, de droga, percusionan la vida a ritmo de rap… demasiado pronto para los cuchillos.
Paseo por ayer mientras muerdo el chocolate. 
Dejo la vida sin volumen.
Quiero contar muchas cosas. 
La hoja en blanco es una inyección de posibilidades. 
Quiero contar muchas cosas. 
He compartido piso con Unica Zürn, con Leonora Carrington… ayer vino a tomar el té Virginia Woolf, tan correcta, tan perfeccionista, tan pensadora, tan triste.
Una amiga me dijo que prefería a Vita, que le interesaba más su amante libre.
Sí, Virginia solo deja los excesos a la escritura, ornamenta con bisturí sus letras, se apoya en los pensamientos y abandona durante largas pausas el diálogo. Mi vida es un homenaje a mi querida Woolf pero entiendo que os abrume con sus vaivenes, entiendo que tardéis diecinueve páginas en habitar su libro. 
También quiero contar que hace tiempo compré dos plantas que no se llevan bien. Una de ellas ha sido agotada por la otra. La planta pequeña se llama Lía y permanece impertérrita, sin crecer, sin agacharse, sin cambiar de gesto. A veces pienso que Lía sería capaz de habitar un desierto. 
Me empeñé en que compartiesen escenario. Me olvidé de sus desavenencias y Nona ha finalizado sus días mustia, arrodillada, sublevada a la vida afilada de su compañera. 
Me olvidé de que me cuesta mucho poseer, cuidar por obligación, atender por contrato. 
Responden que es un cuento. Afirmo que todas las vidas son cuentos enlazados. 
Viajo hasta anoche, hasta el primer relato de Elvira Navarro, hacia esas cartas ignoradas. Quizá Nona buscaba la atención de Lía pero la pequeña como yo no atiende por norma. Quizá este jardín sea tan común que no cabe en mi cuarto. 
Viajo hacia unas horas antes, hasta una conversación, hasta el pasado, hasta una amiga que se marchó sin hacer ruido, hasta una ciudad sin nombre, viajo hasta esa facilidad mía para decir NO, antes de regalar un SÍ gratuito, viajo hacia mi miedo a ir hacia atrás, hacia mi adicción a pasar páginas, hacia la velocidad que me arroja a celebrar los finales. 
Comienzo el día rodeada de frases que me piden a gritos ubicación. 
*fotografía de #SourichiFourusho

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.