* Imagen de Joanna Concejo |
Tengo la sensación de que respiras un aire completamente diferente del que yo respiro.
Murakami
No sé porqué me asusto con un columpio vacío que se mece en un parque de noche y convivo de forma placentera cada día, con todos mis fantasmas.
No hay explicación para el
intenso deseo de agotarme contigo bajo las sábanas, y tras solo un par de horas de sueño, pensar de nuevo en escalar
montañas.
Jamás entenderé que la
diferencia entre tu piel y la mía sea una excusa para dibujar fronteras, restar
derechos y poner vendas en las miradas.
Es extraño que en un solo
segundo, se pierda toda la magia de un ayer y descubrir que los colores de
alguien a quien amabas, hoy se difuminan en un solo tono de gris. Es duro ser
consciente de que la melodía de
antaño se ha convertido en indiferente silencio.
Disfruto del cosquilleo
al sentir el calor de tu sonrisa en mi
cuello, sé que mis emociones siempre
viajan en montaña rusa y... sigo con los pies fríos.
No soporto algunas voces
incómodas pero vuelo con la tuya.
Me obsesiona el tiempo, me
encantan los relojes de arena y nunca tengo prisa.
Me aburren los planos de las ciudades, observarlos me
desorienta, no sé porque algunas calles
no tienen nombre. Sin embargo, jamás me pierdo eligiendo caminos.
Quizá esta
encrucijada de líneas, solo sea comparable a la monótona e interminable
lista de “las cosas que no entiendo”
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