Imagen de Eveline Tarunadjaja |
Quiero hacer que la gente
llore, incluso cuando no entiendan mis palabras.
Edith Piaf
Nunca me sentí cómoda en aquel cuarto. Le eché la culpa a mi mirada cansada y me instalé, sin más.
Inventé un lugar donde refugiarme con
mis cuadernos en un intento inexplicable de distanciarme de tu mundo. Aislada, me iba sintiendo mejor.
Nos separaba un largo pasillo.
Nos separaba un largo pasillo.
Algunas noches, quise acercarme a
ti. Te visitaba, pero mi piel, al poco tiempo, enrojecía, me
picaba el cuerpo como si la sangre no fluyese por su camino y se quejase, pidiéndome a gritos regresar a mi espacio.
Al cabo de un mes, los lugares comunes
seguían con las paredes desoladas. La cocina acumulaba humedad y el
suelo ennegrecido me entristecía, añorando de nuevo una dosis de comodidad
mientras preparaba el primer café.
Pronto llegó el frío, los cristales de las
enormes ventanas lloraban, siempre mojados. Caminábamos con rapidez para entrar
en calor.
Concentrarse era tarea imposible, los dientes
castañeaban y el cuerpo temblaba. Cuántas veces nos cerciorábamos del calor
exterior bajando a la calle con la excusa de comprar cualquier cosa… Decidimos
permanecer durante todo el invierno con los abrigos puestos.
Nadie nos dijo que el invierno no tendría
fin.
Olvidé la forma de tu cuerpo pues no se
dejaba intuir bajo los tres jerséis de lana y la chaqueta de piel. Qué decir de
mis curvas, escondidas tras una especie de edredón oscuro del que jamás me
separaba.
Las noches eran solamente para dormir.
Corríamos
hasta tumbarnos bajo las mantas sin ganas de que nuestras manos gélidas
intercambiasen caricias.
Nuestros sentimientos también se iban
convirtiendo en nieve. Una capa blanca e impenetrable cubría sin avisarnos cada
uno de los rincones de un corazón sin ganas.
A veces, los amigos, alguna sonrisa o la
huella de una frase bella, vencían aquel viento incómodo.
¿Qué fue de las sorpresas? La única música existente, era
el crujir de tus nudillos contemplando el reloj de pared a la espera de que
avanzase la aguja de los segundos.
No había tiempo para leer.
El tiempo distorsionado se estiraba
envolviéndonos en sopor con episodios de ira que hacían jirones el silencio
para culparnos, uno a otro, de nuestro eterno aburrimiento.
El cómodo colchón había adquirido la huella
de nuestros cuerpos. Las dos únicas tazas que permanecían sin romperse,
reposaban junto al fregadero, con nuestros labios tatuados. Los dedos de mis
manos se acoplaban entre los tuyos fundiéndose sin distorsionar la sombra del ayer.
Habíamos vivido continuamente duplicando
instantes, borrando la palabra “efímero” del diccionario.
Todo se tornó constante.
Y cómo huir de un lugar tan pequeño, dónde
ir, cómo salir si también se había esfumado el deseo de abrir la puerta…
Y como decirte, que aunque no tan tremendo, me identifico con ese cuento. La ultima frase me resulta demoledoramente cierta.
ResponderEliminarCada instante es un cuento. En un mismo día todos somos capaces de saltar de uno a otro.
ResponderEliminarLo peor que puede ocurrir es saber que no quieres estar en un lugar y que no tengas ganas de abrir la puerta.
Casi todo es tremendamente fácil, eso sí... si hay ganas.
Precioso, me ha encantado
ResponderEliminarComo siempre, me ha gustado mucho, te propongo un reto, que el cuarto se llene de colores y que al asomarse siempre aparezca tu sonrisa
ResponderEliminarUn abrazo, Liana
Hace tiempo que el cuarto se llenó de color y mi sonrisa entra y sale cómodamente. Gracias por visitar mis letras y acompañar mis vaivenes. Abrazos
EliminarA mí me gusta mucho, creo que de los que más me han gustado. Besos, Luisa.
ResponderEliminarSimplemente espectacular!!
ResponderEliminarSimplemente espectacular!!
ResponderEliminarCada día, mejor. Asombrosamente descrito ese sentimiento
ResponderEliminartan difícil de describir. Es como si lo respiraras...
Una sola palabra...asombroso!
ResponderEliminarComo la vida misma...Cris
ResponderEliminarPrecioso texto, al que acompañaría de esta canción de Zahara, El frío. http://www.vevo.com/watch/zahara/el-frio/ES71J1400228
ResponderEliminarGracias por todas las entradas y por todos los comentarios. Estoy preparando mi segundo libro, la nueva web, los nuevos laboratorios... si hay poco movimiento en el blog es porque hay mucho movimiento fuera.
ResponderEliminarSeguid pasando por aquí. Abrazos