Imagen de Alessandro Gottardo |
Uno
debe ir siempre hacia el lugar donde no está señalado.
Henry Miller
Imagino
escaleras empinadas. Suben demasiado despacio hasta los paisajes que no te
enseñé.
No me
quedan fotos de los lugares donde nunca estuvimos, ni recuerdo el sabor de la
deliciosa fruta que no probé.
Disfruto
moviendo el pincel por el lienzo mientras consigo colores sin nombre.
Me
importan poco las cifras de cualquier operación matemática.
No sé
sumar y olvidé el número de días que compartimos.
Has
estado a punto de borrar todos los bellos momentos que tatué en la parte más
profunda de mis ojos.
Te
empeñas en arañar mi piel imaginando que otro la acaricia.
Inventas
un falso laberinto y yo estoy cansada de caminos inciertos.
Me mareo
en las curvas cerradas.
Ni
siquiera me importa la cantidad de calles por las que he caminado ni hasta dónde llegaré
mañana.
Ni siquiera me importa mañana.
Me
conformo con un par de cuadernos, una mano que acaricie mi espalda cuando haga
frío y poder tumbarme bajo la música de un gran piano para sentir que mis
emociones aún vibran.
Has
elegido deshilachar la pegajosa cinta con la que hicimos un lazo. Bastaba con agarrar unas tijeras y hacer un
corte limpio.
Bastaba
con no tocar.
Es
imposible sanar a quien inventó su triste diagnóstico.
Me
dedico a subrayar frases que enmarcan mi historia y apoyo mi cabeza en algún
margen.
Me sorprende abrir el viejo baúl y comprobar que no hay ni rastro de polvo en los mejores recuerdos.
El
cerrojo se ha deslizado suavemente invitándome a salir.
La templanza
que almacené aguarda deseosa de acompañarme en el próximo mapa.
Prescindo
de escalones que desembocan en fatiga.
Y salto.
No te me marees que te siento muy lúcida con un cuaderno en la mano (o varios). Salta hacia arriba, eso sí ;)
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, Ana
EliminarSaltar hacia arriba es... volar :)
Justo. Volar. ;)
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