Imagen de Chen Jialing |
No soy un aventurero por elección, sino por el destino
Vicent Van Gogh
Aquellos poemas nuevos que Alfonsina fue a buscar,
caen lentamente, en forma de lluvia sobre mi sombrero.
Las estrellas han dejado de iluminar lo demás, solo
queda una vela a punto de consumirse que otorga un halo de misterio a mi mente
hambrienta de letras.
El viento sopla siempre a favor y los puntos suspensivos se
dejan ver, a pesar de estas gafas con cristales rotos.
De tanto caminar dañé las suelas de mis zapatos, ahora el contacto de la piel con el asfalto, vierte una dosis de niebla
contaminada sobre la última estrofa de cada poema.
Descubro la belleza de lo gris.
No tienes que reírte si te duelen los
labios.
He conocido algún beso molesto y tu herida tardará en
cicatrizar.
Solo tenemos que tumbarnos en la hierba y mirar el
cielo.
Solo tenemos que darnos las manos sin tocarnos.
Solo tenemos todo el tiempo que queramos.
No voy a perderme ninguno de los gestos que me dediques.
Mis ojos te ven en sueños; pronunciarás la primera
palabra.
La suerte no firma las decisiones que inclinan la
balanza.
Elijo la pausa y lo único que espero es que una suave
brisa despeine mis cabellos.
El piano sigue soñando y aunque no me guste nadar,
invento un sonido similar al mar en calma.
Las cosas se colocan en su lugar cuando nadie las
mueve.
Escribo.
Vuelvo a escribir.
Mis bolsillos guardan aquel “quizás” que se escapó de
tu mirada. El deseo aumentará mientras el reloj de arena suma
los mejores segundos.
Nuestro encuentro será efímero, como todo lo placentero.
Sonrío, porque oí primero lo que ahora te he leído :) (ya te contaré)
ResponderEliminarNo dejes de escribir.
¡Abrazo!
Y seguro que andaba cerca un piano... ;)
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