Imagen de Yee Von |
A mano amada, cuando la noche impone su costumbre de insomnio
y convierte cada minuto en el aniversario de todos los sucesos de una vida.
Ángel González
Hay
días que duermo con los ojos abiertos,
doy
vueltas y abrazo la almohada
apretando
mis dedos entrelazados.
Imagino
sin soñar,
invento
conversaciones tardías,
letras
que se acomodan perfectamente en un cuaderno ficticio.
Doy
más vueltas,
creo
adivinar la hora,
me
niego a encender la luz,
arrugo
las sábanas
e
inyecto nerviosismo en un colchón sumiso.
Se
deja rozar con fuerza,
lo
deformo,
lo
caliento con mi mejor fiebre.
Regreso al lunes y sueño,
con
otro, con él,
con
el tren,
con
los que se quedan en el tren,
con los
que habitan sin balcones,
desnudos
tras visillos transparentes.
Dibujo
ventanas de ojos grandes
aprovechando
el alivio de un suspiro.
Me despido
de todo aquel que se baja
para
llorar en la estación fantasma.
Le
digo adiós al efímero paisaje,
a las
gotas que se deslizan temblorosas
con
forma de espermatozoide.
Celebro
a los que caminan en dirección contraria,
porque
el tren que arriesga,
debe perder pasajeros.
debe perder pasajeros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.