lunes, 1 de febrero de 2016

300 DÍAS

Imagen de Yao Lu 

Se nos recordará más por lo que destruimos que por lo que creamos. 
Chus Palahniuk


En mis manos hay trescientos días de vida. 
Te entrego algo menos de un año, envasado al vacío. 
Observa todas las emociones, no será tarde cuando se rompa la bolsa y brote un hilillo de aire. Después vendrá el contenido muerto y podrido que antaño fue ritmo y ahora es un triste balanceo descompasado.

Quiero que esta etapa sume tres, número perverso que queda grabado en el meollo del peor recuerdo. 

Confundir tu nombre es un alborozo susurrado al  imaginar el nacimiento de otra víctima. 

Pienso en escritoras malditas que gozan de fama mientras nadie se detiene en la mano que pone las tildes.  Ella  augura lo peor para un lector maltrecho, empeñado en mirarse al espejo de un cuento ajeno. 

Nadie habla de lo poco que queda.

Imagino los hoyos que habitas, empeñado en acomodarte al fondo, para seguir siendo parásito y dibujar la dolorosa muerte del que come tierra.

Convertida en la flaqueza del enterrado ya solo siento humo.  

Adoro la lluvia , los lunes y el olvido.

Un verbo nunca puede pesar tanto como dos adjetivos unidos en las historias que vuelan. 

Mi leyenda viaja sin tocar el suelo; desaparecería si alguien perdiese el tiempo, ubicándola en  un bosque y pidiéndole frutos.

Las palabras no saben de raíces, el lenguaje se transforma y nadie tiene la llave de la verdad impropia.

No hay persecución en un adiós.

Tu respiración se sustituye por la de alguien vivo, las caricias no se disfrutan si detrás no hay unas manos mojadas de deseo.

La primera música que escuché al nacer fue un corazón de color verde.


Eres el punto y aparte de lo invisible. 

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