domingo, 30 de agosto de 2015

MAGIA

Imagen de Duy Hyunh

Te atreverás a gritar que las flores no son capaces de elegir el jardín que habitan.

Sin magia jamás convertirás tus teorías en cuento. 

Te habrán susurrado que mi color favorito ya es otro. 

Ahora soy invisible los viernes. 

Aprovecho para posar mis pies descalzos en los versos de algún poema, hasta que consigo mantener el equilibrio. 

He acortado el largo de mi falda para que el viento acaricie mis rodillas. 

El contoneo de la tela sigue el ritmo de las esdrújulas. 

Y ahora te atreverás a afirmar que no vuelo. 

Pronto sabrás que algunas tardes son mis alas las que provocan el vaivén de tu sombrero.

miércoles, 26 de agosto de 2015

LA DANZA

Imagen de Omar Ortiz


Me muevo cómodamente por un laberinto sin curvas.

Cada pendiente estimula mis pasos firmes y en el punto exacto donde nos cruzamos, dibujo un círculo de color azul que detiene mi mirada bañándola en libido.

Tu saliva facilita el camino y yo me dejo llevar, permitiéndote que elijas el ritmo de esta danza que concluye en una duna sin lágrimas.

No hay puertas ni ventanas, solo puestas de sol llenando páginas de instantes cromáticos.

Pido a tus  manos  una nota desconocida que brote de entre mis piernas.
Yo te devolveré un gemido con sabor a láudano

lunes, 24 de agosto de 2015

RUMOR


Imagen de Cristina Lotti

Él imagina que mis ojos son negros. Cree que mi corazón es tan pequeño que nadie lo encontró para arañarlo.

Inventa que solo sonrío con la suave curva que desciende hasta mi hombro.

Suele equivocarse de amanecer; después se apresura, pero el reloj nunca da marcha atrás.

Al fin y al cabo es una noche más, pálida como todas, susurrando en espirales.

También él es uno más, escondido tras la cortina raída, conformándose con mi silueta.

martes, 18 de agosto de 2015

DESPEDIDA



El error es mirar lo de ayer con los ojos de hoy. 
Marwan


La niebla sigue avanzando y ha borrado tu voz.
No recuerdo el lugar donde escondías tus mentiras.
Hubiera querido que supieses el significado de alguna de mis lágrimas y que tu verbena no coincidiese con mi herida.
No quiero duplicar instantes.
Quedan cristales rotos en el suelo, gritos adheridos a las paredes, ausencia de ti, y la misma soledad que surgía cada vez que me acompañabas.
Sabrás que vuelvo a despertarme con las mejillas sonrosadas y que amo mi vida desafinada. 
Las palabras turbias han viajado empujadas por el viento hasta un lejano basurero. 
Ahora camino descalza porque el sendero está libre de espinas. 
No habito subterfugios ni suplico bailes. 
¿Susurraste algún verbo? Solo escuché una frustración con disfraz de chantaje.

Hoy hay una fiesta y no estás invitado. 

jueves, 13 de agosto de 2015

NEGRO

Ilustración del libro "El presagio de las aves" realizada por Rubén Cañizares Martín


Si en mis ojos ves oscuridad en mi camino verás sombras. 
Alejandro Lanús 

Siempre que olvido los zapatos, me pisan el pie izquierdo, ése que al amanecer torció mi día. 

Me escuece la uña del  dedo más pequeño. La pinto de rojo para que cada vez que mire hacia abajo, observe mi dolor. 

Rocío con zumo de limón mi carácter, añado vinagre y agarro un cuaderno para escribirte. 

Porque es agosto y podríamos estar sudando juntos.

Porque todo es agrio, incluso yo, y tú fuiste el último hombre que llenó mi nevera de tequila. 

Esta noche sobra  sal. 

Te regalo cuentos porque todo lo que escribo últimamente, es del color  de tu conciencia.

miércoles, 12 de agosto de 2015

VÉRTIGO

Dibujo de mi amada Erika Kuhn
Me llevaba alto y luego bajo, como ningún otro revulsivo. Era mi trastorno bipolar. Mi sístole y mi diástole.
Emilio Bueso


Suelo vivir apoyada en las nubes. Me distancian de esta realidad plana y común para empujarme al otro lado del espejo. Allí me espera otro mundo que se moldea a mi gusto. 

Hoy desde la nube más pequeña, mi preferida, sentí vértigo.

Dudé porque hacía años que no rozaba con mi mano un sueño notando que estaba tan cerca. 

Quizá haya pasado demasiado tiempo volando y se haya agotado la batería de mi brújula. 

No estoy acostumbrada a que me abrace la recompensa por mi trabajo, ni a que sonrías tan temprano. 

No entiendo bien el motivo por el cual no falta nada en la nevera, la temperatura es tan agradable que sobran las sábanas y las noches fluyen desembocando en amaneceres calmos.  

Me pierdo en este laberinto de felicidad y me empeño en desconfiar cada vez que doblo una esquina por miedo a que el viento me despeine o me entre algo de arena en la mirada.

Brindaremos por haber llegado.

Quizá me acostumbre a volar, a las caricias... y desaparezca el vértigo.



martes, 11 de agosto de 2015

ME QUITO EL SOMBRERO

Imagen de Chiara Fatti 

Si algo identifica a los músicos es que saben cómo llevar sombrero. 
Stephen King

Solo dos aromas: jengibre y canela, acompañados por un vino tinto, simulando  la más a
rrogante cereza que se mece en mi lengua.

Y el cuaderno, siempre a mano, de tapa blanda y papel grisáceo. El lápiz obedece a mi mente que fluye libre sin detenerse en motivos.

De este modo nacen los cuentos sin esfuerzo y luego se acomodan en un antiguo baúl, con disfraz de orgullosos para disimular su  cobardía.  Los más clásicos se asoman si se sienten cómodos. Los de color rojo aguardan a sabiendas de que se han llevado todo el carisma y deben esperar su momento. Los grises están tan descoloridos que no se ven y además se han vuelto mudos. Los mejores son los afilados…

Los cuentos afilados quieren saltar al vacío y caer sobre cualquiera que no lleve sombrero. El lápiz se empeña en que no terminó su tarea y les ordena calma. Sé que les están saliendo alas y que pronto alguien los verá volar y sabrá que son míos. 
Me avergüenzo de ellos y los amo al mismo tiempo.

He probado a meterlos en la bañera, papel mojado, y dejar que pierdan las letras y que la historia sea imperceptible pero permanecen en mí y cualquier día oscuro podría  arrojarlos de nuevo contra el cuaderno. No hay bálsamo capaz de paliar la enfermedad del escritor, por ello opto por dejarme llevar y aquí me hallo, con una fina estela rojiza en mi labio inferior, degustando un caldo y abriendo en silencio el baúl.

Las letras del comienzo puntiagudo se niegan a ser reescritas. El cuento trata de un día cualquiera, con una pareja cualquiera que se empeña en destacar y sin embargo repite los mismos sinónimos de las otras parejas cualquiera que  se empeñan en destacar.

Ella se cepilla el pelo cuando está nerviosa, se distrae y evita llorar. A veces tira fuerte y caen unos cuantos cabellos al suelo pero el dolor es mínimo comparado con los pequeños pellizcos que le da la suerte y qué decir de los arañazos causados por no saber elegir. 
No sabe elegir y  cuando se fatiga se acomoda en el colchón de la duda, colecciona “por si acasos” y acumula cicatrices.

Él dejó de llevar sombrero y por ello le cayó encima un cuento. La soberbia había ampliado su frente tanto  que el bombín le apretaba y lo arrojó a un tejado.
A ella le hacía mucha gracia esta historia pero sus titubeos habían torcido la comisura de sus labios y ya no resultaba bella su sonrisa cualquiera.

Un lunes el sol se negó a salir. Como era de noche permanecieron en la cama amándose durante horas. Esperaban que llegase la luz para parar, pero no llegó. La fatiga de ella desapareció para siempre porque el colchón de dudas era de día. Ahora se acomodó en la noche y se olvidó de los “por si acasos”. Él utilizó la almohada para apoyar su cabeza y su soberbia decidió buscar a otro que la sacase a pasear. 
Así conoció otro cuento afilado deseoso de caer en alguien sin sombrero, se casaron y van por ahí, haciendo de las suyas y fingiendo no ser una pareja cualquiera.

Este es el cuento que  cuenta porque siempre que escribo me quito el sombrero.

domingo, 9 de agosto de 2015

LIBERTAD

Imagen de Maarten Boffe 

No entres donde libremente no puedas salir. 
Mateo Alemán


Quizá la libertad sea esto.
Desayunar  vino tinto. 
Escribir solo en minúsculas. 
Cerrar los ojos cuando no quiero ver. 
Gritar cuando no quiero que duermas. 
Taparme la boca cuando no quiero hablar. 
Elegir un sí o un no y luego cambiar de opinión. 
Viajar sin equipaje, sin adónde, sin hasta cuándo.
Encontrarse cada día sin conocerse.  
Arrojar el reloj contra el suelo. 
Desnudarse sin quitarse el sombrero. 

Quizá sea  libre a veces, feliz a ratos y triste algunos domingos.