Imagen de Beatriz Martín Vidal |
Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón. Jorge Luis Borges
Escribir evita que me atragante con esa palabra que se empeña en instalarse en la punta de mi lengua.
He puesto un enorme
candelabro que ilumina mis cuadernos, en el hueco que dejó tu oscuridad.
Apareces en algún sueño y te obsesionas con asomarte
a mis cicatrices. La indiferencia es incapaz de dar explicaciones. Has
tropezado demasiadas veces sin caer pero tu corazón aún se siente atraído por
el precipicio.
Me gustaría rociar con cloroformo esa fina cadena que
rompí para que te llegue el aroma de lo inexistente.
No hay paisajes eternos, lo intacto es falso y hacerme la dormida para
que dejes de insistir, me aterra.
Cuando dolías me asfixiaba.
Ayer aprendí a respirar
imaginando que las notas de una guitarra hacen bailar al pincel que
dibujará en mi pecho una estrella de mar.
¿Por qué no vuelas ahora que te devolví las alas?
¿Qué pretendes posándote cada día en mi ventana para anunciarme
un amanecer nublado?
Te entrego tu
mundo de truenos sin relámpagos.
Si quieres ahorcarte, será otra la que prepare la cuerda.
He rociado mis
manos con el bálsamo del olvido y no voy a mancharlas con la culpa.
No temas el futuro que te cuentan tus zapatos, solo se
acomodan al ritmo de tus pasos y jamás hubiesen hablado sin tus livianos verbos.
El sol que esta mañana acarició tu cara solo
pretendía engañarte fingiendo un verano caducado.
Voy a hablarte del color de las uñas. Son tres colores: negro, rojo y azul. Una vez utilizados, soplas la punta de los dedos y aparecerán verde, amarillo y naranja.
ResponderEliminar¡Miauuu!
Un abrazo
Jajajajaja, apenas las afilo, crecen así
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