Imagen de Zhang Bu |
Este orgasmo, tan celosamente guardado para ti,
hoy,
amorosa, lo entregué a mi mano.
Mª Amparo Jiménez
Cada despertar es demasiado intenso en un desierto de
sangre.
La arena que mancha mi piel es un viaje fugaz con intervalos de cielo.
La arena que mancha mi piel es un viaje fugaz con intervalos de cielo.
Esta noche duermo sola y las dunas se adaptan a la
templanza de mi ritmo como ayer lo hacían tus manos a mis pechos.
Suena la música, mi ropa se desliza esperando
la tormenta.
Mi placer siempre tiembla cuando no miras.
Los termómetros ascienden hasta la cúspide de una fiebre consentida.
Los termómetros ascienden hasta la cúspide de una fiebre consentida.
Alguien contará mis gemidos mientras las yemas de mis
dedos despeinan el silencio.
El suelo se
vuelve estable y mis pies descalzos ascienden hasta la cima.
El piano siempre pronuncia la misma nota.
Una y otra vez... la cadencia se acelera y asciendo.
Crezco; subo para arrojarme al vacío.
Tengo miedo, es la primera vez que me desnudo en
enero.
- Confundes el dolor con el invierno - me dijiste una vez.
- No te entiendo ¿Dónde estabas?
La danza de mis muslos es demasiado roja a
solas.
Y yo te recuerdo siempre en llamas.
Me encanta,y leerlo en este momento aún más, me encanta el rojo! !!! Un beso Liana
ResponderEliminarGracias, guapa. Felices noches rojas
EliminarMuy bonito! Siempre hay alguien a quien recordar en llamas!
ResponderEliminarGracias, Reyes. Algunos incendios son bienvenidos pero siempre en la dosis justa.
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