Imagen de Ho-ry Lee |
Enemigo suyo era todo aquel que fuese lo que él hubiera querido ser.
Truman Capote
Descubrí muy pronto que tras mis entrañas, se esconde una madeja de hilo.
Cada vez que
envuelvo mi alma y ato el paquete con un lazo, a alguien se le iluminan los ojos.
Aplaude por los próximos instantes de felicidad para luego acomodarse al calor de una chimenea de emociones
Entonces desaparece la admiración que celebró en su día con palmadas.
Aplaude por los próximos instantes de felicidad para luego acomodarse al calor de una chimenea de emociones
Entonces desaparece la admiración que celebró en su día con palmadas.
Suele abrirse
camino entre mis muslos para adentrarse y así, a base de
arañazos y algún pellizco, robarme un
pedazo de mi espacio.
Ya bien
ubicado, el inquilino de "mi yo", comienza a tirar del hilo.
Un estirón hoy,
otro mañana…
Mi mirada se va empañando, mis manos se paralizan incapaces de sostener el lápiz. Ese hueco se va quedando pequeño, minúsculo para dos, mientras el hilo sigue y sigue caminando y la madeja sigue empequeñeciéndose.
Mi mirada se va empañando, mis manos se paralizan incapaces de sostener el lápiz. Ese hueco se va quedando pequeño, minúsculo para dos, mientras el hilo sigue y sigue caminando y la madeja sigue empequeñeciéndose.
Así fue como
tantas veces me quedé vacía.
Hoy me detengo, sentada en una pausa, prometiéndome que nunca más volveré a envolver mi alma en papel de
regalo.
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